Pero ¿qué ocurre cuando no se permite la manifestación del instinto en los primeros años de vida reprimiendo las manifestaciones agresivas? El niño ve ahogadas sus expresiones reivindicativas que toman diversas formas según su momento de crecimiento, por lo que ese impulso se va mermando, perdiendo el contacto con algunas de sus necesidades básicas, alterando como consecuencia de ello su ritmo biológico. Todo ello ocasiona un remanente “pulsional” (necesidad de cariño, de placer, de contacto con las cosas, de exploración) que puja por salir y que al no poder hacerlo provoca frustración y rabia, estableciéndose una base destructiva inconsciente que puede manifestarse posteriormente, bien a través de síntomas o de actitudes sádicas y violentas en función de las circunstancias del momento y del grado de represión vivido en la infancia y la adolescencia.
Imagen extraida de globedia.com |
Por eso una rabieta o una expresión de rabia no tiene el
mismo significado en todos los niños al estar condicionado por las vivencias
que ha tenido anteriormente, siendo este un factor diferencial muy importante a
la hora de abordar dinámicas de violencia más graves que se pueden generar en
los sistemas familiares, partiendo siempre de la confianza en el niño, el
respeto y la tolerancia.
En este sentido el pedagogo inglés, fundador de la escuela
“Summerhill”, A.S.Neill, escribió: “Actualmente deposito mi confianza en la
libertad, la libertad da buen resultado en todos los casos, aunque no es
totalmente terapéutica para los niños que estuvieron huérfanos de amor en la
primera infancia.... La libertad no se apuntala con palabras sino con hechos.
La mejor forma de curar a un niño que desea romper ventanas consiste en sonreir
y ayudarlo a demoler los vidrios”. Porque solo si el niño se ve aceptado y
reconocido desde su realidad sea cual fuera, puede estar receptivo a sus
propios procesos y generará cambios.
En realidad es a través del amor como la agresividad
ejercerá su función ecológica. Mientras que con nuestra incomprensión e
intolerancia, o sencillamente nuestra posición narcisista de pensar que somos
los que sabemos y los niños los que no saben y por tanto tan solo pueden
aprender —sinónimo de sometimiento, al estilo “supernani”— será suficiente para
bloquear lo instintivo, lo natural, y anular el diálogo desde lo viviente,
desde el amor. Lo que facilitará personas con estructuras encogidas, débiles,
vulnerables y con tenencia al sometimiento; o bien narcisistas, fanfarronas y
sádicas, todo lo cual sintoniza con la realidad social en la que vivimos y por
tanto la sostiene y refuerza.
Como solía decir mi mentor Federico Navarro, neurosiquiatra
italiano, poder decir “no” es señal de seguridad personal que refleja un yo
fuerte, sin miedo, y por tanto es la base para el respeto y la solidaridad
social."
Cómo actuar ante la
negación de los niños
Para el niño la negación es una forma de mostrarse al mundo
y por tanto forma parte del proceso de identidad que el adulto puede favorecer
con sus actos.
Durante los primeros tres años:espejo
En cuanto reacción visceral, vinculada a su instinto de
autoconservación y su agresividad natural de cachorro mamífero, observarla sin
juzgarla, incluso valorarla positivamente tanto a través de la palabra como
desde la empatía.
De los cuatro a los siete años:Yo-Otro
Al ser una edad en la que lo instintivo se va integrando con
lo raciónal , la negación, se mostrará confianza en su decisión final
escuchando su negativa verbal o corporal y si no es acorde a la posición del
adulto, se le pueden plantear sugerencias y posibles alternativas con un
razonamiento básico para que pueda elegir.
A su vez es la edad donde los padres tienen que hacerle ver
sus opiniones, inquietudes y necesidades para que, al igual que hace el adulto
las vaya reconociendo, respetando ,teniéndolas presentes en sus opciones:
Yo-otro
De los ocho años en adelante:Yo con los otros
Al existir ya una capacidad para participar activamente en
lo grupal y lo social, las negaciones tienen que tener un sentido y unas
razones que, cuando supongan conflicto de intereses , deben ponerse los medios
para el contraste, y la búsqueda de soluciones y decisiones de forma conjunta y
con compromisos y pactos establecidos previamente que se deben respetar y
cumplir, en cuanto han sido decisiones tomadas por él mismo. Facilitando la
cooperación y la solidaridad: Yo con los otros
En el caso en que el niño haya vivido un distres o violencia
traumática durante la vida intrauterina y los primeros meses de vida
extrauterina las negaciones serán reactivas, disfuncionales, buscando la
descarga de tensión a través de la catarsis motriz y de la negación
destructiva.
EXTRAIDO DE MI ULTIMO ARTICULO PUBLICADO EN MENTE SANA:
"COMPRENDER EL "NO" DE LOS NIÑOS.( MES DE JUNIO, NUMERO 93)
Xavier Serrano Hortelano
Director-Responsable didáctico
Escuela Española de Terapia Reichiana ES.TE.R
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