(Texto de Putum putum - A blog made with love)
No estoy en contra del enfado. Debo
reconocerlo. En mi vida he aprendido a valorarlo, pues cada vez que me
enfadaba era porque algo dentro mío me estaba queriendo decir que no
estaba de acuerdo, que no era feliz…que no estaba bien.
El enfado me ha permitido poner límites.
Decir “¡BASTA!, NO PUEDO MÁS CON ESTO”, parar, detenerme a mirarme, a
escucharme. He debido aprender a canalizar mi enojo si, y también a
darme permiso para estar enfadada. De niña parecía que estaba mal
enfadarme. No nos daban derecho a protestar, a manifestar nuestro
malestar cuando no nos tenían en cuenta.
Con mi hija aprendo a aceptar su enfado.
Sin juzgarla, sin criticarla. No estoy dispuesta a reprimir su emoción.
Ayer en la calle se enfadó mucho por algo que no quise comprarle (aunque
claramente sé que su enfado no fue por eso sino que venía acumulándose a
lo largo del día y de la semana) y estuvo llorando a grito pelado. De
tanto en tanto me pegaba, me escupía, me insultaba. De repente me giro y
veo que una señora mayor se acercaba a la vez que se llevaba el dedo
índice a la boca dirigiéndose a mi hija mientras decía “Shhhhh”. Bueno,
en ese momento la enfadada fui yo. La mandé a callar a la señora y
respetuosamente le dije que no se metiera, pero me cabreó tanto su
interrupción. ¿Por qué debemos silenciar a lxs niñxs cuando expresan su enfado? ¿Por qué debemos contenernos cuando nos enfadamos?
Claro está que no hablo de que vayamos por ahí propinando insultos,
golpes o más por la vida, sino que hablo de permitirnos nuestros
pequeños enfados, mirarnos, hacer una pausa para escucharnos y ver de
qué manera puedo sentirme mejor, para evitar convertirnos en
monstruos-devora-todo.
Volviendo a mi hija, tenía claro que yo
soy su madre, su persona de confianza, con quien puede mostrar todo lo
que es y/o necesita sacar de sí misma. Sé que puede sentir un aluvión
de sentimientos contradictorios hacia mí y que eso puede conflictuarla
sino se lo permito-. La acepto. La amo como es. No soy capaz de reprimir
su enfado, de distraerla, de callarla. No soy capaz porque aún ante la
mirada de todos los desconocidos que pasaban por allí mirándonos, mi
hija era lo único que me importaba. Yo tampoco estaba dispuesta a ceder
en la decisión que había tomado. Y cuando finalmente se calmó (tuve que
negociar porque realmente teníamos que irnos), al final de tanto
desgaste emocional, buscó mi mano. Necesitaba el contacto físico. Yo por
mi parte sentía enfado por no poder tranquilizarla y por su demanda,
pero también sabía que soy su madre, y la fuente de su contención y
amor. No la premié, pero la abracé, le hablé diciéndole que la sabía
enfadada y en desacuerdo con mi opinión y que a mí también me enfadaba,
pero aún así, mis palabras fueron “Te amo siempre, hagas lo que hagas”.
Estoy segura que no quiero castigar ni
enojarme con mi hija por su manera de expresar su enfado, ni por las
emociones que puede o no gestionar. Me llama la atención que existan
artículos sobre cómo “Controlar las emociones” o cómo “controlar las
rabietas”, cuando es algo que necesita acompañamiento, paciencia, amor y
no tomarnos el enfado como algo personal, sino poder “ver” al otro/la
otra con todo su Universo de experiencias que lx conducen a sentirse
así.
Aquí comparto algunos consejos que he recibido para acompañar a nuestros hijxs en la expresión de sus necesidades:
- Si notan que están con necesidad de pegar, buscar juegos, objetos, en los que la norma sea descargar. Ej.: guerra de almohadas, pegarle a cojines, peluches, etc.
- Empujar: este juego se realiza para que ellos puedan utilizar su fuerza física, cuando vemos que empujan a otrxs compañeritos, por ejemplo. Cogemos un cojín y nos ponemos detrás de él, enfrentadas a nuestrx hijx. Le pedimos que nos empuje a través del cojín y nosotros ofrecemos resistencia pero por momentos cedemos, para que puedan tener ambas sensaciones. Es un juego muy liberador para ellxs.
- Arrojar objetos. A veces pasan por períodos que necesitan arrojar cosas. Podemos proponerles juegos de este tipo eligiendo previamente algunas opciones para que ellos puedan arrojar. Ej.: juguetes de plástico que hagan ruido y que nos dé igual que puedan sufrir alguna avería, pelotas contra la pared, etc. Suelen preferir algún objeto que haga ruido al chocarse con la pared o el suelo.
- Gritar. Uno de mis favoritos. Salir a un parque o en un sitio donde nos sintamos con la libertad de gritar y proponerle a nuestrx hijx que grite y gritar juntxs. Prueba a gritar como loca con tu hijx, sin temor a ser oída o mirada. Luego me cuentas qué tal te sientes.
Cuando los observamos podemos percibir que lxs niñxs dan claras señales de necesidades que necesitan manifestar. El juego
puede ser una manera muy saludable de acompañarlos en esta necesidad,
pero no recomiendo sugerírselo en mitad de una disputa/llanto. Dejar que
se manifiesten, siempre que también podamos ser sincerxs con lo que
podemos dar de nosotrxs o lo que podemos tolerar de la situación.
Tampoco como adultos podemos forzarnos a hacer algo que no estamos
emocionalmente preparados para sobrellevar. Por eso será importante que
nos revisemos a diario, que podamos revisar nuestras heridas y
sanarlas. Si realmente estás comprometidx a amar incondicionalmente a tu
hijx, debes saber que el Amor no entiende de expectativas. Amar es
aceptar al otrx tal cual es. Siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario