Me preguntáis a menudo como se gestionan las rabietas y siempre digo lo mismo, “lo difícil es gestionar nuestra rabieta, nuestro enfado, nuestra frustración”. Y no sólo es lo más díficil, sino lo principal, porque nosotros, como adultos, somos el modelo a seguir de nuestros peques. Hoy os doy unos consejos, trucos o tips que espero os ayuden en la inmensa tarea de acompañar a vuestros peques de forma incondicional en esta dura -e increíble- etapa de la aDOSlescencia (las rabietas se producen en torno a los dos años para manifestar su independencia).
Partimos de la base de que no me gusta mucho el término rabieta, ni berrinche, porque parece que tendemos a usarlos de forma peyorativa; a mi me gusta denominarlos meltdown (yo soy así de petarda, adoro los anglicismos),
porque en el fondo lo que le pasa a un niño que tiene una rabieta es
que ha perdido totalmente el control de sus emociones. Y no, no son
únicas y exclusivas de la infancia, ¿verdad?
La temida rabieta puede ser una de las experiencias mas desagradables de la paternidad. Ya sea en público o en privado, puede convertir al instante en el ser más desagradable y repulsivo del planeta a la persona que es dueña de nuestro corazón y que mueve montañas con una hermosa sonrisa” Daniel Siegel (El Cerebro del niño)
No me gustaría lanzarme a los consejos sin antes hablaros de los tipos de rabietas que yo he observado en mis hijas:
- Rabietas prevenibles:
Son aquellas rabietas que podemos evitar los padres, las que podemos
anticipar para evitar o minimizar. Ej: Todas las que tienen que ver con
hambre, sueño, autonomía,… No obstante, que sean prevenibles, no significa que luego nos hundamos en la culpa por no haberlas previsto. A veces aunque prevenibles, son inevitables.
- Rabietas prevenibles pero que no evitamos porque no deseamos modificar nuestra actitud:
Éstas son aquellas rabietas que si quisiéramos podríamos evitar, pero
que no deseamos hacerlo, bien por una cuestión de seguridad (ejemplo,
cinturón del coche, cruzar de la mano, cortar con un cuchillo jamonero),
su salud ( ejemplo, lavarse los dientes, desenredarse el pelo), bien
porque es un límite muy claro que tenemos en casa (ejemplo, no comer en
las habitaciones, no saltar en la mesa). Hay personas que no les gusta
la palabra límite, supongo que es porque sólo la aplicamos a la
infancia, yo pongo límites a mis jefes (mi media jornada, es un límite
que no les gusta un pelo, por ejemplo), a mi familia, a mi pareja y, por
supuesto, a mis hijas. En casa hay pocas normas, pero las que hay, las
cumplimos, y no porque lo mandemos los padres, sino porque para vivir
todos en armonía necesitamos acuerdos. Poco a poco, los límites y las
normas van calando en los niños. Es difícil que un niño menor de
tres años entienda estos conceptos, pero no porque no los entienda,
debemos permitirle que se los salte, lo único que podemos hacer es
acompañarle en su más que lógica frustración.
- Rabietas imposibles de prevenir: Y el tercer tipo de rabieta, que para mí es el verdadero reto, es cuando se produce la desconexión de los hemisferios cerebrales,
a veces puede ser debido a una acumulación de frustración por rabietas
prevenibles -aunque las hayamos gestionado de la mejor forma posible- y a
veces simplemente es por la inmadurez emocional propia de la infancia.
Pase lo que pase, nunca jamás pierdas la conexión con tu hijo/a
Una vez vistas las rabietas, os cuento las estrategias o consejos:
1) Anticípate: El primer consejo es que hagas lo posible por prevenir la rabieta, suena súper fácil, pero no lo es en absoluto. El sueñambre
es una palabra que nos hemos inventado para describir el estado en el
que se encuentra un niño cuando tiene mucho sueño y mucha hambre -Bueno,
no sólo un niño, cuando yo tengo sueñambre, tiembla el mundo-. Es el
detonante número 1 de las rabietas, y además, no siempre te puedes anticipar porque no quieren comer o no quieren dormir, ¡Bienvenidos a la aDOSlescencia !Formas de anticiparse pueden ser:
- Llevar siempre algo de comida en el bolso (una fruta, unas galletitas de arroz, lo que sea).
- Llevar siempre un portabebé (nosotros siempre llevamos una Boba Air) a mano por si quieren dormirse. O llévales en brazos si están muy cansados y/o necesitan una cabezadita.
- Si los niños se agobian con las aglomeraciones, evitalas también, especialmente con alerta de sueñambre.
- El consejo es evitarlo lo máximo que puedas, pero no siempre es posible.
2) Respeta su autonomía.
El segundo consejo es que revises si estás proporcionando la
suficiente autonomía a vuestros hijos. En mis talleres siempre les hago
la misma pregunta a los padres que asisten, ¿De verdad es tan
necesario que un niño no se lave detrás de las orejas? ¿De verdad es tan
importante que combine bien los colores? ¿De verdad es tan grave que
derrame un poco de agua? Cuando un niño necesita ayuda te la va a pedir, las frases “Ayuda” y “No puedo mami”
son un semáforo verde para que intervengas (intervenir tiene más que
ver con animar, apoyar, acompañar, escuchar que con HACER) Saber si te
has extralimitado es muy sencillo, hay tres palabras mágicas e
inequívocas “Yo solito mami”. Si quieres saber como potenciar la autonomía de tus peques puedes leer aquí.
Saber si te has extralimitado es
muy sencillo, hay tres palabras mágicas e inequívocas “Yo solito mami”.
Confía en ellos, te sorprenderan.
3) Modera el uso del NO.
Desde mi experiencia, una de los detonantes de las rabietas es el uso
continuado del NO. Ya os he contado alguna vez que a Emma le encanta que
nos sentemos a observar en el parque. Pues una vez conté 30 noes en 5
minutos, el pequeñín lo aguantaba con una estoicidad impecable, aunque
estoy segura de que no entendía porque no podía subirse solo a un
columpio -nada peligroso-, porque le tenían que dar la mano para bajar
del tobogán, porque no podía quitarse el abrigo… Todo era no, acabo
teniendo una rabieta, y no me extraña. Forzarles a hacer cosas también
propicia las rabietas, como por ejemplo, obligarles a comer o decirles
que ropa tienen que ponerse. Si tienes que poner un límite claro, hazlo de forma positiva.
Por ejemplo, para que no coma comida del cubo de la basura, es mejor
darle la vuelta y en vez de decir “No comas comida de la basura”,
decirles “Si tienes hambre, podemos merendar, la comida de la basura
está llena de bacterias y te puedes poner malito”. Y por supuesto, si
llora o se enfada, acompáñale en su frustación. Evita tener en casa
chuches, pasar por tiendas con maquinitas y demás es muy
importante…. Hay niños que son muy complacientes y no quieren
disgustarse con sus padres, así que se resignan todo el tiempo. Con
estos niños hay que tener especial cuidado, porque de tanto refrenarse,
sus rabietas cuando ya no pueden más, acaban siendo apoteósicas…
4) Descarga adrenalina. Uno de mis trucos preferidos para prevenir rabietas es el juego bruto, es
muy divertido, te permite conectar con los peques, descargar toda la
agresividad y adrenalina del día a día, te permite reirte a carcajadas.
Busca un hueco para jugar a lo bruto con tus hijos cada día. Ah y juego
bruto para dramamamas puede ser cosquillas, saltos, volteretas en la
cama; y con papá, lanzar hijas hacia la cama desde un par de metros de
distancia. Tenemos que hacer un esfuerzo por confiar y respetar el juego
bruto de los niños y sus padres, esto va para nosotras, las dramamamás
5) Busca tiempo de calidad.
Otro de los detonantes suele ser que los niños perciben que no pasáis
el suficiente tiempo juntos. O que aunque paséis mucho tiempo juntos,
estáis pero no estáis (el móvil, la tablet, los quehaceres de la casa,
las tareas del trabajo…) Tampoco tenemos que sentirnos culpables, la
vida moderna, con conciliación absurda y tribu invisible es lo que
tiene… Pero si notáis que vuestros peques de repente tienen muchas
rabietas, haced un esfuerzo por pasar un tiempo especial, os lo
recomiendo especialmente cuando hay hermanos… A Abril le pasó cuando
nació su hermana, paso de tener una madre para ella sola a compartirla
todo el rato. Y de forma menos acusada, en épocas de mucho trabajo
suele haber más episodios.
6) Distraelos ¡y qué se muevan!.
Cuando la rabieta está empezando o son niños muy pequeños, a veces
funciona bien distraer (por supuesto depende del niño, pueden ofenderse
muchísimo también), ofrecer alternativas, negociar… Y recurrir al
absurdo y a situaciones inverosimiles también puede funcionar. Intentar
que los niños se muevan suele funcionar fenomenal, pues ayuda a los niños a recuperar el equilibrio entre los cerebros superior e inferior.
7) Controla TU rabieta.
Manten la calma, esta expresión tan enorme de sentimientos de
nuestros hijos suele remover mucho a nuestro niño interior. Porque a la
mayoría ni nos escucharon, ni nos contuvieron la mayor parte del tiempo.
Pero desde luego no hay nada que echar en cara a nuestros padres, a
ellos tampoco les enseñaron educación emocional nuestros abuelos…. A
veces es inevitable tener sentimientos negativos hacia nuestros hijos y
asoma la culpa, no dejes que te conquiste, rechazamos esos sentimientos
en nuestros hijos porque así nos han enseñado. Nosotros como padres somos agentes del cambio, ¿no es maravilloso?
En este vídeo se ve la gestion de una rabieta de dos formas distintas, ¿Qué os parece?
8) Delega o apártate. Si no puedes mantener la calma tienes dos opciones: Si tienes suerte y estas acompañado, delega, si está en casa el otro papá, un abuelo o una amiga, cédele el turno. Si no estás acompañado, es más complicado, pero si sientes que te está costando mucho controlarte, apártate antes de que puedas hacerles daño, ya sabes “Los gritos de mamá duelen para siempre”. Si está en plena rabieta circular no queda otra que aguantar el chaparrón y evitar que se haga daño, pero si simplemente hay mucha tensión, diles algo así como “Estoy muy nerviosa y necesito un tiempo para tranquilizarme, ahora mismo vuelvo y hablamos”. La mesa de la paz es genial para esto. Por favor, no te sientas culpable, no siempre tenemos el mismo nivel de paciencia y comprensión. Es mejor una retirada a tiempo, que un grito. Y si finalmente ocurre, pide siempre disculpas. Sobre todo a ti mismo. No es una muestra de debilidad sino de entereza.
9) Relativiza,
esa frustración que sientes hoy en un par de años sera una anécdota
más. Piensa en eso mientras intentas controlar tu rabieta, ten en mente mantras tipo “Todo esto pasará” y mantente en tu burbuja de paz (un sitio feliz en tu mente en el que sólo tú decides quien entra y sale). Esta es la parte que a mi me resulta muy difícil. Recuerdo
una rabieta de Abril en el Ikea, que no hacía más que
girar frenéticamente haciendo círculos en el suelo, no me toques, no me
hables, no me mires, no te vayas. Las miradas inquisidoras de la gente
me afectaban más que el estado en el que estaba mi hija. Desde ese día
tengo una burbuja y ni las miradas prepotentes nos traspasan – ya podían
haberme echado una mano, pero no fue el caso-.
10) Nombra los sentimientos, “Ponle un nombre para domarlo”. Cuando todo esté en calma, poned nombres a los sentimientos, para eso es genial El Emocionario
y el resto de cuentos sobre sentimientos que ya os he enseñado. Poner
nombres a los sentimientos es una forma de validarlos y normalizarlos, y
a los peques les ayuda a identificarlos en las siguiente ocasiones.
11) Protege a tu hijo/a.
En plena rabieta, tan sólo nos tenemos que preocupar de acompañar al
peque. Cada niño es distinto, así que algunos buscaran contacto y otros
todo lo contrario, algunos se alejarán y otros querrán pegarnos, o peor,
intentar hacerse daño a sí mismo. Nuestra función como padres es
siempre protegerles para que no se hagan daño (ni a nosotros tampoco).
Es esencial ser firmes, cuando pegan no permitirlo con rotundidad y
dulzura. Cuando baja la intensidad es el momento de reconectar con el
niño, es el momento de recuperarle, de sacarle de
VillaSentimientosconfusos a VillaPaz.
12) Respeta a tu hijo. Prácticas como gritar, regañar, ignorar, castigar no sirven, de hecho empeoran la situación. Cuando las rabietas son por situaciones derivadas de rivalidad entre hermanos es especialmente desaconsejable.
Tu hijo/a no es ningún tirano, es una persona que está sufriendo porque
ha perdido el control de sus sentimientos y no hay nada que desee más
en el mundo que recuperarlo. Antes de gritar (creeme, conozco bien ese
punto en el estás controlando ese grito en el fondo de tu garganta),
haz un esfuerzo por empatizar y reconectar con tu hijo. Por supuesto,
decirles que son buenos o malos por hacernos o no caso y/o insultarles
son comportamientos a evitar.
13) Usa la técnica del cerebro del niño. Según
este libro existen dos clases de rabietas, cuando el niño decide tener
una pataleta (cerebro superior, aún es dueño de sus emociones) y cuando
no puede evitarlo (cerebro inferior, cuando la amígdala toma el
control), en el caso de la segunda el proceso es el siguiente.
- Conecta y dirige: Es necesario conectar emocionalmente e integrar nuestro cerebro derecho con el suyo. Podemos acercarnos e intentar abrazarle con un tono de voz dulce y tranquilizador
- Explícale después: Una vez ya ha recuperado el control y está
receptivo, nombra los sentimientos y habla sobre lo que crees que ha
ocurrido.
Si os ha gustado esta técnica, tanto en el libro “El cerebro del niño” , como en el blog de Seño Punk podéis encontrar más información.
14) Valida todos los sentimientos de tus hijos.
Cuando estás en el momento rabieta, tu frustración y la de tu hijo son
máximas, pero si lo piensas fríamente, un conflicto evidente es mucho
mejor que uno latente. Como padres debemos validar todos los
sentimientos, alabar el amor, la ilusión, la bondad es fácil, pero la
paternidad no es fácil, el verdadero reto – y privilegio- es saber
acompañar también los sentimientos a priori negativos: La tristeza, el
enfado, la frustración, la rabia, los celos son emociones igual de
validas que el resto. Acéptalas y ayuda a tu hijo a aceptarlas también. Y
seguramente, mientras estés intentando enseñarle algo, él o ella te
enseñaran a tí muchísimo más. Naomi Aldort en su libro “Aprender a educar” explica muy bien esto.
15) Por último, céntrate en lo positivo,
ya os lo conté en la entrada sobre rivalidad entre hermanos, pero es
que debería ser así en todas las familias, haya o no hermanos. Tendemos a
ver el lado negativo de nuestros hijos, y nos cuesta más ver lo
maravillosos que son, las cosas tan increíbles que hacen y lo felices
que nos hacen. Lleva la positividad a tu crianza, que no pase un sólo
día sin que le digas a tus hijos lo extraordinarios que son y lo mucho
que les quieres. Desde hace unos meses, cuando noto que no estoy
centrada, uso la “Técnica de las gomas”,
consiste simplemente en ponerme de pulsera 6 gomas del pelo, 3 de un
color y 3 de otro. Y antes de que acabe la mañana, les he tenido que
decir 3 cosas positivas a cada una, nada forzado, que me salgan de
dentro. La mayoría de las veces no me son necesarios estos trucos, pero
si estoy agobiada por el trabajo, no me encuentro bien y/o estoy
premenstrual – y muy centrada en mi misma-, es una buena forma de
recordarlo.
Una cosa es clara: una pataleta jamás debería ser una batalla que uno de los dos tiene que ganar a toda costa. Violeta Alcocer
Cómo veis no ha sido un compendio de
cosas que podemos hacer para que nuestros hijos se “porten mejor”, sino
consejos para que vosotros os enfrentéis y gestionéis, de la mejor forma
posible, la explosión de sentimientos tan normal y tan natural de esta
etapa de la infancia. Ya sabéis que no soy psicóloga, solo una simple
mamá. Hubiera podido resumir el post en esta frase “Pase lo que pase, nunca jamás pierdas la conexión con tu hijo”.
La mejor forma de enseñar empatía es practicarla nosotros, ¿no os
parece? ¿Tienes trucos, consejos o algo que compartir? Me encantará
escucharte, déjame un comentario.